sábado, 25 de julio de 2020

El Cartujo - Federico Cantú- buril 1950

Cartujo – 1949-1950
Federico Cantú
Los años 40s en la obra de Federico Cantú , son de una gran introspección en la mística religiosa y nos es para menos contando con la gran amistad que había cultivado con quien se convertía en su mecenas en esta apoca – El Doctor MacKinley Helm , quien antes de dedicarse a la curaduría investigación y coleccionismo , había pasado sus primeros años como ministro de la iglesia protestante , sin embargo y depuse de su matrimonio con Frances , su visón religiosa se convertía en algo mas espiritual , sin duda mas relajado y al igual que Federico gozaban de entender y recuperar el arte sacro , primeramente ambos trabajan en el proyecto de el Mural de la Parroquia de San Miguel Allende , que paralelamente se desprendía de obras como , crucifixión , el manto de Santa Verónica , temas de anunciación , Dolorosa, Virgen y niño , Epifanía y muchas mas como Ángeles músicos , que tambien desarrollara como obra mural para la Residencia de los Helm en Boston y posteriormente en la Pinacoteca Virreinal en Mexico, y por supuesto habría que sumar la obra grafica dedicada a la Purísima de Monterrey con su Letanía Lauretana.


Muchas de estas obras sacras, partieron de grandes bocetos que se transformarían en placa de grabado al buril , y es ahí donde Federico culmina esta década con la aparición del Cartujo: y que mejor manera de vincular a Eremita en el triunfo de la muerte , que con la visión contemplativa de los Monjes Cartujos.
Si bien Federico, poseedor de una gran espiritualidad creativa , no dejaba grandes testimonios del caudal de obras surgidas por su mano, Cartujo se convirtió en la segunda obra sacra por encargo despues de la famosa Letanía Lauretana .
Gracias a testimonios fotográficos ahora sabemos que Federico trabajo paralelamente en dos versiones de Cartujo en lienzo pintado al oleo , ambas dos muy cercanas a lo trazado al buril. De paso y como gran conocedor de la cultura Francesa y sus existo licores , gustaba de saborear el Chartreuse que le recordaba toda esa época vivida en Paris!
La Orden de los Cartujos (en francés Ordre des Chartreux y en latín Ordo Cartusiensis, abreviado «OCart») es una orden contemplativa de la Iglesia católica, fundada por San Bruno en el año 1084. Su lema, en latín, es Stat Crux dum volvitur orbis ("La Cruz estable mientras el mundo da vueltas", o "Cruz constante mientras el mundo cambia"). Las órdenes contemplativas, incluyendo a los cartujos, son la espiritualidad con menor número de miembros (Las monjas son mayoría en las órdenes contemplativas).1
La orden cartuja es de las más austeras en la práctica, esto es, caracterizada por la sencillez y moderación, además de rigurosa en el cumplimiento de las normas morales. A lo largo de su historia ha permanecido en la pobreza sin dejarse tentar por el lujo. Los monasterios de los cartujos son conocidos como cartujas y en ellos buscan los monjes una vida de contemplación y oración. La regla o regula de los cartujos recibe el nombre de Estatutos, que se basan en la Regla de San Benito, pero con añadidos propios.
Cada cartuja está gobernada por un prior elegido por los padres y hermanos del monasterio. Es el responsable del monasterio y de las necesidades espirituales y materiales de los monjes. La orden cartujana siempre se ha resistido a las sugerencias de Roma de elevar a sus priores al rango de abades, a causa del ceremonial y la pompa que esto lleva consigo. El prior coloca a los monjes en los distintos cargos.
El vicario es el suplente del prior. Para ayudar en la administración del monasterio, hay un consejo privado formado por el prior, el vicario, el procurador, un monje (padre o hermano) elegido por el prior, y otro elegido por la comunidad.
Los monjes cartujos guardan los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, pero además guardan dos votos extras, que son el de estabilidad en el monasterio y el voto de conversión de costumbres, en el cual se busca un crecimiento de entrega hacia el Señor.
Hay dos clases de monjes: los padres cartujos, que reciben la ordenación sacerdotal, y los hermanos cartujos, que no la reciben. Dentro de los hermanos, pueden ser hermanos conversos, que hacen la profesión de votos, igual que los padres, y los hermanos donados, que no hacen votos solemnes de por vida.
Dentro de la cartuja puede haber, aunque es poco frecuente, el estatus de familiar, personas que llevan vida semimonástica, y ejercen funciones similares a las de criados o asistentes.
Las cartujas requieren de gran extensión de terreno debido a que los monjes son eremitas que viven en comunidad. Disponer de espacio les permite tanto el aislamiento como la unión para lograr llevar a cabo su carisma contemplativo. La vida contemplativa de los monjes cartujos discurre en parte aislada (solitaria), y en parte en comunidad.
Pintura del claustro cartujo del monasterio de Santa María de las Cuevas, Sevilla por Francisco de Zurbarán. La escena muestra a Hugo de Grenoble en un monasterio cartujo
Chartreuse. Licor tradicional francés elaborado a partir de hierbas. Se denomina así en honor al monasterio cartujo de Grande Chartreuse, de donde procede, que toma a su vez el nombre del macizo de la Chartreuse, en los Alpes, la región de Francia donde se ubica el monasterio.
La orden religiosa fue fundada por San Bruno a finales del siglo XI, siendo una de las ordenes monásticas cristianas más antiguas del mundo. Sin embargo, no fue hasta comienzos del siglo XVII que el Mariscal d’Estrées entregó a los monjes cartujos de Vauvert, en París, un manuscrito que revelaba la fórmula de un elixir de larga vida, cuyo origen nadie conoce. En aquella época los monjes eran de los pocos que tenían los conocimientos necesarios para trabajar con plantas, no obstante la receta tampoco era la panacea ya que sólo fue empleada durante unas décadas en Paris.
Casi un siglo más tarde, en 1737, los cartujos de Grenoble decidieron tomar un poco más en serio aquella receta e hicieron un estudio más exhaustivo, finalmente dieron con una fórmula que ha llegado hasta nuestros días bajo el nombre de Elixir Vegetal de la Grande-Chartreuse, elaborado a partir de una mezcla secreta de 130 hierbas y con 71º de volumen de alcohol. Se consume de manera similar a la absenta, diluyendo un terrón de azúcar.
Los licores fabricados por los padres cartujos no contiene naditivos químicos. Los colores provienen de las plantas que lo componen. Tras su maceración en un alcohol seleccionado, se elabora a partir de 130 hierbas. El acoholado resultante se mezcla con miel destilada y jarabe de azúcar antes de envejecer en barricas de roble. La receta sigue siendo un secreto. No es patentada y sólo la conocen dos monjes que la transmiten generación tras generación. La mezcla de las hierbas se prepara en la "sala de las plantas" del monasterio, y es llevada a la destilería en grandes sacos de tela.
Al comienzo, la comercialización era limitada. El Hermano Carlos viajaba en mula a Grenoble y Chambéry para vender los licores. El Chartreuse Verde, también llamado Licor de la Salud, es una versión surgida en 1764, que posee 55 grados. Resultó muy exitoso en la región de Dauphiné.
La Revolución Francesa dispersó a los monjes y, en 1793, se decidió realizar una copia del manuscrito original, que se conservó en el monasterio. El padre que llevaba consigo la copia fue detenido y enviado a Burdeos, pero se las ingenió para que llegara a manos de otro monje, refugiado cerca del monasterio. Este último, con la creencia de que la Orden de los Cartujos no podría reestablecerse, dio la copia a Liotard, un farmacéutico de Grenoble.
A su muerte, el documento regresó al Monasterio de la Grande-Chartreuse, al que los monjes habían regresado en 1816. El Chartreuse amarillo, más dulce y suave que sus antecesores, se crea en 1838, y tiene 40 grados.
Expulsados de Francia en 1903, los Cartujos se trasladan a Tarragona, España, en donde instalan una destilería para la fabricación de su ya famoso licor. También en Marsella lo elaboraron, desde 1921 hasta 1929, con el nombre de Tarragona.