Recuerdan a artista neolonés Federico Cantú en su XXIII aniversario luctuoso
Este domingo 29 de enero se conmemora el vigésimo tercer aniversario luctuoso del artista nuevoleonés Federico Cantú, uno de los creadores de mayor renombre en el siglo 20. Originario de Cadereyta de Jiménez, Nuevo León, nacido en marzo de 1907, Federico Heraclio Cantú Garza llegó a pertenecer al grupo de los grandes maestros de la plástica mexicana. Hoy a 23 años de distancia se recuerda la vida y obra de este gran maestro, uno de los pocos artistas que a pesar de pertenecer al grupo de los grandes de la plástica mexicana del siglo 20, su iconografía permaneció distante y no cedió al acoso de las posturas de la llamada mexicanidad. El domingo 29 de enero de 1989 murió en la Ciudad de México. Originario de Cadereyta de Jiménez Nuevo León. Federico Cantú creció en San Antonio, Texas y a los 14 años se integró a la Escuela al aire Libre de Coyoacán, invitado por Alfredo Ramos Martínez que dos años después lo impulsaría para vivir en Paris durante una década, entre 1924 y 1934. Es en esta época cuando Cantú inició su trabajo de escultura en Montparnasse en 1924 con los artistas españoles José De Créeft y Mateo Hernández.
A su llegada a México en 1934 y después de realizar un mural con Roberto Montenegro, Cantú se integró al grupo de pintores de la Galería de Inés Amor para después instalar su taller Nueva York donde todos sus amigos de Montparnasse se trasladaban a causa de la Segunda Guerra Mundial. Federico Cantú fue muralista, grabador, dibujante, escultor; fue catalogado como un creador incansable, recordado por sus madonas del IMSS, su pintura sacra en el Vaticano o sus grabados y pinturas de caballete.
Decía Cantú: A Villon lo leí con una constancia admirable al igual que Jean Nicolas Arthur Rimbaud, Paul Valéry, Lord Byron, Goethe, Malraux, Breton, Paul Eluard. De ahí mi inspiración a crear obras monumentales o de caballete, pero también y con la misma dedicación ilustré los Poemas de mis grandes amigos, Renato Leduc, Cardoza y Aragón, Artaud, Helm, Alvarado y Alí Chumacero. “Como se sabe, la obra de Federico Cantú encaja en tres grandes escuelas del siglo 20, por ello su biografía gráfica e iconográfica es extensa, al grado de que a la fecha a más de dos décadas de su fallecimiento no se cuenta aún con un catálogo razonado de su legado por ello y a manera de reconocimiento trabajamos ya en el 2012 en la primera memoria mural de su obra”, explicó Adolfo Cantú, nieto del creador nuevoleonés.
Federico Cantú Garza (1907-1989) dedicó 65 años de su vida a cultivar todas las disciplinas de las artes plásticas con la misma intensidad y maestría transitó en la pintura de caballete, dibujo, acuarela, tinta, grabado, escultura, pintura mural. Federico Heraclio Cantú Garza murió el domingo 29 de enero de 1989 en la Ciudad de México; sus restos se encuentran al pie de uno de sus murales religiosos Dios Padre y Crucifixión 1959, en la Capilla de la UIC Tlálpan.